Montes de Toledo: Arroyo de las Lanchas y Pico Sombrerera (Hontanar)

Los Montes de Toledo: Esa cordillera suave y apalachada que divide Toledo de Ciudad Real y que muchas veces es ignorada por montañeros que prefieren ir a Gredos o Guadarrama antes que a esta particular cordillera yo incluido. Durante años yo fui parte de ese grupo pero poco a poco fui entendiendo que hay veces que la belleza no está siempre en los grandes relieves sino en lugares en los que únicamente se respira aires salvajes. Al haber sido ignorada por los senderistas se convirtió para mí en ese reducto de naturaleza aislado de las presiones humanas y el turismo aunque en ocasiones esa idea se trastocaba por la llegada ocasional de cazadores a estas tierras. El senderismo por estas sierras no es cosa fácil. Exceptuando el parque nacional de Cabañeros, apenas hay espacios naturales protegidos por lo que apenas hay rutas oficiales y varias son las zonas en las que las vallas nos dificultarán la caminata. Si te quieres adentrar de verdad en los mejores rincones de esta zona te toca tirar de rutas creadas por exploradores del Siglo XXI que se han metido campo a través siguiendo arroyos en busca de cascadas y riscos que pocos pueden imaginar y casi ninguno tiene la oportunidad.
La ruta de hoy se adentra en algunos de esos recodos que solo conocen los paisanos y cuatro personas más. Comenzamos en Hontanar, uno de los pueblos más pequeños de Toledo con tan solo 104 habitantes que se sitúa justo en las faldas de estos maravillosos montes cubiertos mayoritariamente de robles y encinas. El día lucía despejado con un frío que a pesar de no ser tan intenso como la semana pasada sigue haciendo de las suyas en este pequeño pueblo. Aparcamos cerca de la Iglesia y tras unos escasos minutos ya estábamos fuera del pueblo por el camino marcado.




Durante los primeros compases de la ruta el frío de la mañana levantaba una pequeña neblina por encima del suelo que daba un ambiente único al paisaje.


A contraluz se podía apreciar la magia de este fenómeno en todo su esplendor.



Tras un rato de andar por prados y algún pinar nos metemos ya en el abundante robledal donde el agua también empieza a hacer acto de presencia.


Enfrente se encuentra el Pico Sombrerera el cual subiremos hasta sus 1403 metros más adelante en la ruta.



Todos estos kilómetros habíamos ido por una pista forestal muy cómoda que nos permitió avanzar con rapidez pero tras encontrarnos con la garganta del arroyo de las Lanchas nos salimos de la comodidad para comenzar así a seguir lo que en principio era una senda y más tarde un terreno campo a través.


Pero como ya había comentado si quieres descubrir los grandes secretos de esta cordillera tienes que aventurarte campo a través o sendas casi olvidadas. De esta manera encuentras cascadas como ésta.


Algunos madroños y enebros salpicaban la cubierta vegetal dominada en esta ocasión por encinas.



Tras una hora andando por las laderas y algún que otro pedregal llegamos a otra chorrera de unos 3 metros y medio, en esta ocasión había hasta una poza que incitaba a mojarse si la temperatura fuese veinte grados más alta...



Un constante andar-trepar subiendo arroyo arriba era la tónica de la ruta para dar finalmente con la tercera cascada, la más alta de todas, que si bien no tenía demasiada agua era una auténtica belleza a la vista.



Gran sorpresa fue encontrarse esta salamandra (Salamandra salamandra) que estaba disfrutando de las aguas de la cascada. Unos colores imponentes que enigmáticamente se camuflaban entre el musgo verde y las tonalidades oscuras de las piedras.



A partir de la tercera y última cascada el terreno dejó de ser tan abrupto y nos dejó avanzar más rápido admirando el paisaje.


Las formaciones rocosas de esta zona en ocasiones dan sorpresas como este techo en el que fácilmente cabría un pequeño rebaño de obejas.



Ya estábamos próximos al collado y tras salir brevemente del bosque de robles pudimos ver todo lo que habíamos hecho ya. Ya sólo quedaba una ligera subida al pico que se hacía un tramo por camino y otro tramo campo a través por un terreno asequible donde las primeras flores comenzaban a salir.



Cima del Pico Sombrerera! Todavía quedaban resquicios de la nieve caída hace ya casi dos semanas. Desde arriba no se podían tener mejores vistas de todo el valle del Tajo y el resto de los Montes de Toledo.





Vistas de la zona Este.


Para el Oeste se podía ver todo lo que habíamos hecho hasta el momento con la subida por la garganta.



Ahora nos disponíamos a ir por la cuerda hasta llegar al punto donde está el vértice geodésico que está unos 5 metros más bajo que la verdadera cima.





Desde el vértice se veía genial el pueblo de Navahermosa, también situado en el piedemonte. A la derecha se avistan los riscos de Hontanar que hacen de límite geográfico entre Navahermosa y Hontanar.


Tras descansar un poco y comer un tentempié pusimos rumbo para el pueblo. Lo que quedaba ya era un paseo muy fácil por pista forestal que hicimos rápidamente.



He aquí los ya mencionados riscos que desde abajo imponen bastante con sus más de cincuenta metros...


Finalmente dejamos atrás la vegetación silvestre para adentrarnos de nuevo en los campos de cultivo, sinónimo de que ya estábamos cerca del pueblo. Y así fue, 8 km después de haber coronado cima ya estábamos abajo muy contentos de haber podido explorar esta zona como realmente se merece. Esperemos volver a esta parte de los Montes de Toledo que tantos rincones idílicos guarda. Hasta la próxima!

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