Viaje a Almería parte 1: Cabo de Gata

Buenos días! Durante el puente de diciembre tuvimos la suerte de escaparnos unos días a Almería, tierra del sol eterno y el buen tiempo y que realmente teníamos muchas ganas de conocer. Nuestro plan era alojarnos en San José en pleno cabo de Gata y desde allí visitar esta parte tan árida y mágica de la península. La imágenes pintaban muy bien así que sin más dilación partimos el miércoles a las 8 de la mañana rumbo a cabo de Gata. Nos quedaban 5 horas para poder respirar el aire de la costa mediterránea y tocaba entretenerse con lo que pudiésemos mientras atravesábamos las mesetas, valles e imponentes montañas de la península Ibérica. Tras haber pasado por la sierra Mágina ver las cumbres de Sierra Nevada y los barrancos esculpidos por el agua de Guadix llegamos a una de las pocas zonas de la península de carácter puramente volcánico.

Aún era pronto así que después de una comida por el pueblo nos dirigimos hacia la playa de los Genoveses por la senda que va pegada al litoral. El camino no tenía grandes efemérides pero pronto nos dimos cuenta de que lo mejor estaba por llegar. Una vez llegamos a la playa comenzamos a alucinar de su arena fina su nula masificación y su carácter puro e inalterado que apenas se puede encontrar ya en la costa mediterránea.


Llegamos además a la playa en esa hora de la tarde en la que el sol todo lo tiñe de dorado antes de la puesta de sol. Un ambiente mágico que augura un lugar con muchos secretos por descubrir.

Al día siguiente nos pusimos de pie en tempranas horas de la mañana para realizar la ruta que va desde San José hasta la ensenada de Mónsul pasando por numerosas calas vírgenes y acantilados que dotan a este paisaje un espíritu salvaje inigualable. Después de haber recorrido los más de mil metros de la playa de los Genoveses llegamos al morrón de los Genoveses, una pequeña colina que con sus 73 metros de altura sirve de una mágnifica panorámica del paisaje volcánico y su costa.




Con esta primera subida acumulada proseguimos nuestro camino adentrándonos en los primeros acantilados de colores tan variados como los de un cuadro impresionista. Justo abajo de uno de ellos se encontraba la cala de los Amarillos absolutamente vacía.



Y del amarillo pasamos al color negro puramente volcánico ya acercándonos a la cala chica del Barronal.


Las playas solitarias y tranquilas sobre el agua transparente son la tónica de estos parajes que en invierno acrecentan estos adjetivos.


La visión de la cala Príncipe desde lo alto de uno de los cerros es estremecedora de lo bella que es.



Una vez bajado a la Cala del Príncipe comenzamos una de las partes más entretenidas de la ruta. Gradualmente vamos quedándonos sin playa para estar únicamente situados entre los acantilados de matices grises y el mar.






A continuación llegamos a la cala grande del Barronal con sus curiosas formaciones basálticas que con solo echar vistazo os recordarán a lugares tan míticos como la Calzada de los Gigantes o los Órganos de la Gomera.




Vamos dejando la cala atrás o más bien abajo. A pesar del desnivel no muy elevado se puede hacer un poco pesado psicologicamente debido al constante subeybaja que supone.


Hay veces que el agua era tan transparente que engañaba a la vista. En esta foto se vislumbran las canoas en el agua y sus respectivas sombras en el lecho marítimo que dan una sensación de estar volando más que flotando.


Ya no quedaba mucho para llegar al punto de dar la vuelta de la ruta. En esta ocasión nos encontramos a la izquierda la playa del Barronal y a la derecha el terreno dominado por las pitas y la vegetación raquítica.



Algunos ya sabréis mi gusto por las panorámicas así que aquí va otra. La playa del Barronal a la derecha y la cala Palmito a la izquierda.


Y finalmente llegamos a la playa de Mónsul. Pronto nos damos cuenta de que esta es una de las playas más concurridas de la zona debido a su belleza y su accesibilidad. Aquí se rodaron escenas de grandes películas como Indiana Jones y la última cruzada.


Actualmente la playa es lugar idóneo para algunos deportes como el boúlder que tuve la ocasión de probar un poco y me impresionó por la gran cantidad de posibilidades que había.



Tras el intenso camino de ida volvemos por el camino de acceso de los coches que es más recto y más cómodo (aunque para algunos más aburrido jeje).
Por la tarde decidimos subir al risco de los Frailes, el punto más alto de la sierra del Cabo de Gata pero debido al asalvajamiento del camino y el pronto atardecer nos hicieron dar la vuelta cuando todavía quedaba un trecho. No por ello sin poder disfrutar de la hermosas vistas.



Al día siguiente madrugué más de lo habitual para adentrarme en estos parajes de una manera muy mía: el trail running. De esta manera fui desde San José hasta Mónsul pero por una ruta más atrevida pasando por todos los cerros que había de por medio. Una experiencia muy divertida aunque un poco matadora que me hizo descubrir más rincones secretos de este área.






Pero esta carrerita matutina era solo el principio del día que suponía una ruta de otra docena de kilómetros aunque no tan exigentes como los del día anterior.



La cala siguiente que nos topamos es la cala carbón que destaca a la vista por su color rojizo distinto del resto de calas.


A posteriori subimos una pendiente bastante inclinada en la que la principal dificultad fue saber exactamente por dónde iba el camino. Una vez llegados al camino ancho el resto era pan comido. Muy llanito y cómodo que hizo que fuésemos andando kilómetros como churros



Finalmente llegamos al Cabo de Gata en el que aprovechamos para descansar un poco y hacer unas cuantas fotos al mítico arrecife de las sirenas pero no se pudo apreciar muy bien debido al contraluz.


Al fondo el arrecife e islote del Dedo.


Ejemplo idóneo del paisaje árido de montaña que se encuentra en Cabo de Gata.
Al día siguiente aprovechamos para ver más destinos fuera de esta zona como el desierto de Tabernas, que sin duda merece una entrada propia en este blog. Por la tarde decidimos ir a la parte norte del cabo dónde se encuentra el poblado de Islote del Moro y otros rincones muy interesantes.






Y con las bellas puestas de sol a lo alto del cabo de la Isleta despedimos nuestro último día por estas tierras. Nos da un poco de pena pero nos vamos con un gran sabor de boca y con la certeza de que volveremos en algún momento, quizá para correr la ultra de Costa de Almería que juste se hacía ese finde quien sabe jaja. Sólo se que en caso de que suceda será en un futuro lejano que de momento estoy contento con las medias maratones. Un placer como siempre mostraros mi experiencia y si os ha gustado no dudéis en compartir! Un abrazo y hasta la próxima!

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