Feliz año a todos! Espero que hayáis empezado el 2018 con fuerzas porque se preparan numerosos proyectos para el futuro... pero antes de desvelarlos me gustaría seguir con la narración de mis andanzas por tierras Almerienses. Ya habíamos disfrutado enormemente el cabo de gata con sus rocas volcánicas, sus barrancos, sus dunas y acantilados así que ahora tocaba adentrarse en el interior en el que es conocido como el desierto más grande de Europa: el Desierto de Tabernas. Las pocas precipitaciones de esta zona (no suelen superar los 250 mm) y la torrencialidad de éstas han esculpido un paisaje de tremenda belleza formado mayoritariamente por barrancos y "badlands" que bien supieron aprovechar grandes directores como Sergio Leone o Steven Spielberg para rodar aquí escenas de películas tan aclamadas como El bueno el feo y el malo e Indiana Jones: La última cruzada respectivamente.
Con tantas expectativas en mente era difícil saber que impresión tendríamos al recorrerlo. Con esta incertidumbre e ilusión pusimos rumbo al aparcamiento del poblado del oeste "Oasys MiniHollywood" desde el cual comenzaría nuestra ruta. Nos dirigimos dirección Norte donde ya pronto pudimos apreciar cuál era el pelaje del terreno sobre el que nos situábamos. El terreno empezó siendo bastante uniforme pero al cabo de unos pocos kilómetros comenzamos a pasar por lugares realmente sobrecogedores, dónde la piedra forma esculturas en forma de cuchillos, escamas o cualquier cosa imaginable.
Llevados unos 3 km hicimos un desvío intencionado del camino con el objetivo de poder ver en toda su magnitud otro set de rodaje: Western Leone; que se encuentra rodeado por un barranco prácticamente infranqueable que le da aún más autenticidad.
A pesar de la vegetación raquítica en las laderas de los montes, los cauces de barrancos se encontraban dotados de numerosas especies arbóreas y arbustivas como el taray o la caña.
Una de las paredes más interesantes que haya podido ver en este territorio son las formadas por arenisca si no me equivoco que parece haberse agrietado en forma de "escamas".
Déspues de haber pasado por debajo de la nacional 340 nos encontramos con un panorama bastante insólito para tratarse de un desierto. La rambla de Tabernas comenzó a tener caudal y a fluir aguas abajo. Éste hecho nos dejo un poco desencajados y tratábamos de hacernos preguntas en torno al tema ¿sería una tubería que se ha roto o es un manantial natural? Los cierto es que fuera lo que fuera el agua tenía un color cristalino que en ocasiones se teñía de rojo por los sedimentos.
Al fondo la sierra de Alhamilla, que junto con la sierra de los Filabres y sierra Nevada hacen que las lluvias se queden retenidas en sus elevadas cumbres y no lleguen al desierto en lo que se conoce como efecto Foehn.
Una vez descendido unos cuantos kilómetros por la rambla de Tabernas llegamos a una de las zonas más famosas del paraje, que es dónde se encuentra el oasis de vegetación formado por eucaliptos palmeras y otras plantas capaces de resistir las inclemencias del tiempo.
Tras el oasis decidimos darnos la vuelta hacia el coche, mientras el cielo que había comenzado cubierto se despejó ante nuestros ojos.
El agua volvió a hacer acto de presencia a pocos kilómetros de acabar la ruta, en este caso, en forma de una maravillosa poza que hacía las veces de un pequeño oasis natural.
La ruta llegaba a sus versos finales no sin antes despedirse de la mejor manera posible: un cruce de un barranco de vegetación exuberante y una subidita que permitía visibilizar el entorno de una manera que no habíamos podido disfrutar en todo el recorrido.
Con esta ruta, asequible para toda la familia, aunque nos doliera admitirlo había supuesto el punto y final a las aventuras realizadas por esta provincia. Una zona muy bella llena de enormes contrastes que la hacen muy suya. Ahora toca dirigirse de nuevo a la meseta central que nos espera con las nieves del invierno a lo cuál no podemos decir que no jeje. Un placer como siempre compartir mis viajes con vosotros y nos vemos en la próxima. Un abrazo!
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