Campeonato de España de Snowrunning 2018

El sábado 3 de febrero se había convertido en un día bastante importante desde que ya en 2017 decidiese participar en una carrera que iba a ser de las más extrañas (en el bello sentido de la palabra)  y emocionantes que haya corrido nunca. Allá por octubre me enteré de que, además de las carreras por montaña, existía una modalidad sobre nieve lo cual puede sonar en ocasiones a majarería pero había algo en ese concepto que me llamaba a querer probarlo, quizá porque los deportes relacionados con la nieve siempre han estado más complicados para mí o quizá por el mero hecho de querer dar el siguiente paso dentro de las carreras por montaña. Dentro de ese mundillo tan curioso vi que asomaba una carrera por encima de otras: tenía ya 6 años de longevidad (lo cual para una modalidad tan reciente no está nada mal) y en la edición anterior ya contaba con más 600 participantes. No era otra que la Snowrunning de Sierra Nevada la cual comienza a 2100 metros para subir hasta los 2900 metros y luego bajar de manera vertiginosa en la oscuridad de la noche. Porque esta carrera tan única, a pesar de ser tan corta, se hace mitad de día y otra mitad de noche.

La ilusión corría por mis venas, pero no quería irme a 400 km de mi casa a correr una carrera sólo así que convencí a un amigo para que corriésemos juntos. En cuanto salieron las inscripciones en diciembre nos apuntamos de cabeza y menos mal que no tardamos mucho en decidirlo por que debido a la gran demanda, se acabaron las inscripciones en menos de un mes y algunos amigos míos se quedaron sin poder participar. Ya sólo quedaba esperar al día de la carrera a falta de más de dos meses una espera larga en la que nos preparamos como pudimos para el reto al que nos enfrentábamos.

Finalmente llegó la ansiosa fecha. Tras varios entrenos por nieve (algo menos de lo deseado) nos pusimos en marcha el viernes para Granada y pasar allí todo el finde hasta el domingo por la tarde. Nos levantamos el sábado habiendo dormido más de lo que acostumbramos y sin mucha prisa nos vamos preparando para pillar el bus de las 10 a Sierra Nevada. Ya durante las subida nos tragamos un atasco del copón bastante previsible si tenemos en cuenta que era sábado y la estación de esquí estaba en pleno auge. Ya íbamos merodeando por Pradollano a eso de las 12, con tiempo de sobra para comer tranquilamente dar una vuelta y prepararnos para la gran carrera que estaba por venir.





Ya en torno a las 4 decidimos ir a por los dorsales y ya aunque no hablábamos de ello, estábamos mucho más concentrados y nerviosos que antes. Por suerte, la organización había escogido un lugar maravilloso para la recogida de dorsales, donde había un gran salón en el que poder descansar en sus sofás y relajarse un poco. A lo tonto ya eran las casi las 6, el cachondeo se había acabado y tras la charla técnica nos preparamos para la gran salida. Por delante casi 10 km y 700 metros de desnivel a alturas de casi 2800 metros y temperaturas de -11 ºC.



La salida fue conjunta y bastante rápida. Yo me puse en el grupillo de los 40 primeros y mi amigo se quedó un poco relegado por detrás. A continuación os dejo algunas imágenes de la carrera cortesía de los fotógrafos Niccolo Guasti, Luis Conte y Amalia Rosas Marín.




A partir del kilómetro 3 nuestro recorrido (Junior y Cadete) se separaba del de los de la absoluta y tocó ir el resto del recorrido solo tratando de coger al corredor que tenía por delante que era 5º pero estableció un ritmo en la subida que no fue posible.



Tras una larga y sofocante subida que había costado 50 minutos realizar quedaba una bajada que no pudo ser más flipante. Por un lado estaba toda la "serpiente" de luces de los frontales de corredores que se extendía kilómetros y por otro las luces de Granada que poco a poco se iban haciendo más intensas a medida que avanzaba la noche.


Y tras 67 minutos pude llegar a meta muy contento del resultado y terminando así una carrera más dura de lo que pensaba y es que aunque parezca una carrera por montaña nevada se asemeja más a un kilómetro vertical que otra cosa. Eso sí en un ambiente espectacular y único! Mi amigo llegó diez minutos después y consiguió un meritorio tercer puesto en su categoría! Finalmente disfrutamos de una excelente cena montañera para calmar el intenso frío que hacía y valorar lentamente esta maravillosa experiencia.
Como conclusión muy agradecido de haber podido disfrutar de esta carrera y muy agradecido también por la organización que a pesar de ser muy exigente con el material obligatorio hizo una gran labor!


Al día siguiente ya que estábamos en Granada no nos íbamos a quedar parados así que una amiga que vive en Granada nos enseñó el recorrido de Trail que hace por las afueras de la ciudad. Al final hicimos una ruta corta, de unos 11 km con unas vistas impresionantes de todo el valle del Genil...




Y después de la ruta y la comida tocó despedirse de Granada por mucho que nos doliese pero ya con la idea y las ganas de volver el año que viene con más fuerza!

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