Colmenar Viejo: El valle del Manzanares

Una vez terminados todos los exámenes tenía bastantes ganas de aventurarme en algún lugar de Madrid que haya permanecido intacto pero que no se trate de montaña. Decidí poner a buscar valles y hoces que tuviesen buena pinta y que no había estado hasta que me encontré con un lugar sorprendente. Una parte del curso medio del río Manzanares que se encuentra en un gran estado de conservación: sin presas en el río con bosques de ribera y vegetación de ladera y con los núcleos poblacionales lo suficientemente alejados como para evitar una excesiva explotación humana.

La emoción ya corría por las venas y más cuando al despertarme vi el hermoso día que estaba por delante. A eso de las 10 de la mañana ya  montado en el tren cercanías en dirección a Colmenar viejo bajo un sol radiante de enero. Desde la estación hasta el valle propiamente dicho hay alrededor de unos 3 kilómetros en los que puedes notar como poco a poco las casas van desapareciendo en la transición al campo; todo ello en un cielo dominado por una gran cantidad de cigüeñas y algún que otro buitre de vez en cuando.



Una vez dejado atrás todo rastro de edificios comienza lo realmente divertido ya adentrándonos en el valle.


Llegué al río a la altura del puente del Grajal que data de época medieval y muy bien conservado hasta la fecha...


El primer tramo decidí hacerlo hacia el norte avanzando unos kilómetros río arriba. En este tramo el Manzanares fluye de manera serena entre los prados con un agua sorprendentemente cristalina y una tranquilidad en el ambiente propia de un paraíso.








Los prados se sucedían uno tras otro como si de terreno asturiano se tratase. Decidí subirme a un alto en el camino para vislumbrar delante mía una pequeña isla de pradera donde el agua fluía suavemente generando un sonido realmente armonioso para los oídos. Un lugar idóneo para tomar algo y relajarse.



Tras el breve descanso puse rumbo  de vuelta para dirigirme aguas abajo donde el río va encajonándose en un valle dominado por los enebros.



El tramo de esta ruta fue muy tranquilo cogiendo el camino llano del Canal de Isabel II viendo como el valle se hace cada vez más abrupto y el Manzanares desciende dando pequeños saltos de agua.





Ya estaba el río bastante abajo así que que me acerqué a una atalaya para disfrutar de las esplendorosas vistas.


Desde la misma atalaya se podía ver todo el camino realizado atrás y justo al fondo del todo asomaba el Pico de la Maliciosa con su cumbre nevada de 2227 metros.


Ya dirigiéndome para el pueblo de vuelta dejé a un lado el camino del canal para pillar un sendero que tras cruzar el arroyo de Navarrosillos remonta por una loma la pendiente del valle.


Con toda la altura ganada de nuevo salí del valle para volver al altiplano desde donde se tenían unas vistas increíbles de toda la Cuerda Larga.


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