Montes de Toledo: Inundaciones en los Navalucillos

Estamos acostumbrados a ver la montaña como una fotografía fija como si siempre estuviese quieta y no pasase el tiempo por ella, pero nada más lejos de la realidad en estos parajes el cambio es la única constante. Y es que hace unos meses andábamos preocupados por la falta de lluvias en toda la submeseta sur hasta que en las últimas dos semanas sucedió lo que todos deseábamos y llegó la lluvia a los Montes de Toledo. Tras días de cielos cubiertos y oscuros la lluvia no cesaba y los embalses comenzaban a llenarse pero lo mejor estaba por llegar. El sábado daban 30 litros por metro cuadrado en los Navalucillos que sumados a todos los caídos durante toda la semana hicieron que el panorama de los Montes de Toledo cambiara radicalmente. Nosotros éramos conscientes de la situación y nos dirigimos para el parque Nacional de Cabañeros con el objetivo de hacer una ruta corta al Chorro y la Chorrera Chica. Ya por el camino el tiempo nos avisaba de donde nos íbamos a meter con rachas de precipitaciones más propias de tormentas que de lluvias de invierno. 

Finalmente llegamos a los Navalucillos y al cruzar el río Pusa la sorpresa es notable: el río Pusa, que el anterior llegó a secarse en algunos tramos ahora lucía completamente desbordado. Vista la situación decidimos seguir hasta el parking para subir al Chorro aunque con incertidumbre de si tan siquiera podríamos cruzar el segundo puente, bastante más bajo que el anterior. Por suerte si que se podía pero por los pelos, el agua estaba a un metro de saltar por encima y de hecho ya se habían tapado todos los ojos del puente. 


El restaurante que hay justo a la orilla del río y que en verano está genial para disfrutar de un baño en el río estaba con serios problemas por las inundaciones...


Una vez pasado el puente pensábamos que ya no habría demasiado problema siguiendo el camino pero pronto nos dimos cuenta de lo equivocados que estábamos. Es más, tras pasar por un arroyo muy crecido nos encontramos con un río provisional que no podíamos sortear de ninguna de las maneras...


Así que a nuestro pesar nos tocó dar la vuelta y hacer un cambio de planes. De vuelta al cruzar el puente parecía que el río llevaba cada vez más agua que como monstruo insaciable arrancaba de cuajo cualquier rama o arbol muerto.


Al fondo vimos el embalse de los Navalucillos que no sabía casi por donde desembalsar tanta agua. El espectáculo desde la lejanía ya te dejaba anonadado así  que tratamos de llegar a la presa de alguna manera que aún no conocíamos y vaya que costó...


Ya eran las 11 y media de la mañana y la gente del pueblo salió a ver la asombrosa situación del río. Mientras nosotros ya habíamos intentado bajar andando al embalse pero un río en mitad del camino nos dificultó el paso de nuevo.


Y allá íbamos a por el segundo intento, esta vez yendo por un camino más llano que llegaba desde el norte a la presa pero tras unos kilómetros más de lo mismo: un arroyo que en situaciones normales no pasa de un hilo de agua  esta vez estaba pasando por encima del camino y tumbando la valla que había justo delante.




Éste debía ser un antiguo canal que ya no daba a basto y estaba saliendo el agua por las mismas grietas del acueducto.


Pero a la tercera va la vencida y conseguimos pillar una pequeña senda que no pasaba por ningún río temporal e iba bastante directa a la presa.


Una vez que te colocabas al lado de la presa el espectáculo era inigualable con un caudal que no había visto así en la vida. Es difícil de describir con simples palabras la magnitud de este maravilloso fenómeno natural pero para que os pongáis a escala el agua salía expulsada con tanta fuerza que formaba una muralla de más de veinte metros de altura...




El agua teñida de color marrón por los sedimentos formaba un hermoso mosaico de tonalidades a medida que caía.


El rugir de la naturaleza en su estado más furioso es insuperable... Una vez visto esta odisea dimos por finalizada la mañana que aunque no lo aparente en las fotos estaba lloviendo en ocasiones a cántaros, normal que la tierra ya no diese más a basto y expulsaba el agua tal cual venía. No pudimos hacer el plan inicial pero esta cascada provisional llevaba bastante más agua que cualquier chorrera de la zona, un día fabuloso en el que acabamos calados y a donde seguramente volvamos cuando el ambiente se calme un poco :) Hasta la próxima!

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